A partir de los 50 años el riesgo de padecer un cáncer de próstata aumenta y es entonces cuando debemos acudir al especialista para que nos realice una revisión prostática. Es lo que se conoce como screening del cáncer de próstata. El cáncer de próstata no produce síntomas en las fases tempranas, y sin embargo sí que es posible diagnosticarlo mediante un análisis de sangre (PSA) o un tacto rectal. El diagnóstico precoz del cáncer de próstata permite conseguir una alta tasa de curaciones.
Pero el trastorno más frecuente de la próstata es la Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP). Es la enfermedad urológica que más consultas genera en el varón a partir de los 60 años. Los síntomas urinarios que produce son: aumento de la frecuencia miccional nocturna y diurna, sensación de vaciado vesical incompleto, dificultad para iniciar la micción, chorro miccional entrecortado y goteo al finalizar la micción. El tratamiento inicial consiste en medicación oral que ayuda a un correcto vaciado de la vejiga. En caso de no conseguir una corrección de los síntomas con los fármacos, estaría indicada la cirugía.
Cuando el paciente sufre una Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP) y el tratamiento médico no ha conseguido mejorar los síntomas miccionales podría ser necesaria la cirugía desobstructiva de la próstata. Existen 3 formas de realizar esta cirugía dependiendo, entre otros factores, del tamaño de la próstata. La Resección Transuretral de Próstata (RTUP), la cirugía mediante láser y la adenomectomia prostática.
La Resección Transuretral de Próstata (RTUP) se realiza a través de la uretra mediante una cámara (endoscopia) y un electrobisturí (resector), que logra extraer en forma de pequeños fragmentos, prácticamente la totalidad del adenoma prostático que es el responsable de la obstrucción al flujo urinario. Con esta técnica y con los nuevos resectores con energía eléctrica bipolar, es posible solucionar la gran mayoría de los casos.
La cirugía mediante Láser se realiza endoscópicamente al igual que la anterior. El láser logra vaporizar el tejido prostático y logra conseguir el mismo efecto que la RTUP pero con otro tipo de energía. A diferencia del anterior no obtendremos tejido prostático para su análisis por el patólogo.
La Adenomectomía prostática se practica cuando la próstata es de gran tamaño. Así, mediante una incisión abdominal por debajo del ombligo, es posible extraer la totalidad del adenoma prostático en una sola pieza. Mediante ambas técnicas se consigue extraer el adenoma prostático dejando la cápsula prostática intacta, por lo que es muy poco probable que exista repercusión alguna sobre la potencia sexual ni sobre la continencia urinaria.
Cuando el problema no es una Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP) sino un cáncer de próstata, el tratamiento quirúrgico consiste en extirpar la glándula prostática en su totalidad. Esta intervención recibe el nombre de Prostatectomia Radical y puede realizarse mediante cirugía abierta o mediante laparoscopia. Esta última modalidad laparoscópica, en centros experimentados, consigue mediante unas mínimas incisiones abdominales y una cámara que se introduce por el ombligo, la extirpación completa de la próstata con unos resultados oncológicos y funcionales superiores a la cirugía abierta.
Es una pequeña intervención quirúrgica mediante la cual los conductos deferentes, responsables del transporte de espermatozoides desde los testículos a la uretra, son interrumpidos de forma bilateral, provocando la esterilización en el hombre.
Se realiza con anestesia local, practicando una o dos pequeñas incisiones (alrededor de 1 cm) en la bolsa escrotal, con una duración de unos 30 minutos, sin requerir ingreso hospitalario y con reincorporación al trabajo en 24 horas.
Como los espermatozoides son solo una pequeña parte del semen, la eyaculación sigue exactamente igual tras la vasectomía.
La vasectomía:
En la mujer, las pérdidas de orina o incontinencia urinaria, constituyen la segunda causa más frecuente de consulta urológica después de las infecciones urinarias. La incontinencia urinaria puede estar precedida por unas ganas intensas de orinar que difícilmente pueden llegar a controlarse, es lo que se conoce como incontinencia urinaria de urgencia. La causa más frecuente es la inestabilidad vesical presente en la mujer por un descenso en la posición intraabdominal de la vejiga por la debilidad de los músculos del suelo pélvico. Otras causas menos frecuentes son la afectación de los nervios responsables de la micción o del sistema nervioso central (diabetes, hernias discales, lesiones medulares, enfermedad de Parkinson, demencias, accidentes vasculares cerebrales, etc ). Los síntomas mejoran e incluso llegan a desaparecer con un tratamiento médico correcto.
Cuando las pérdidas de orina se producen sin deseo miccional previo y son consecuencia de situaciones que provocan un aumento de la presión abdominal tales como la tos, ejercicio físico, risa, etc, reciben el nombre de incontinencia urinaria de esfuerzo. Los factores responsables de la incontinencia de esfuerzo en la mujer son la edad avanzada y los partos múltiples que debilitan la musculatura del suelo pélvico. En los casos leves, el tratamiento debe ir encaminado a fortalecer dicha musculatura mediante unas tablas de ejercicios que puede realizar la mujer en su domicilio o con la ayuda de unos programas de rehabilitación específicos. En los casos de pérdidas severas, o moderadas que no responden a los ejercicios de rehabilitación, el tratamiento definitivo es la cirugía.
Las bandas de suspensión suburetral permite, mediante una cirugía vaginal y con una mínima estancia hospitalaria de horas, la corrección definitiva de la incontinencia urinaria.
A partir de los 50 años el riesgo de padecer un cáncer de próstata aumenta y es entonces cuando debemos acudir al especialista para que nos realice una revisión prostática. Es lo que se conoce como screening del cáncer de próstata. El cáncer de próstata no produce síntomas en las fases tempranas, y sin embargo sí que es posible diagnosticarlo mediante un análisis de sangre (PSA) o un tacto rectal. El diagnóstico precoz del cáncer de próstata permite conseguir una alta tasa de curaciones.
Pero el trastorno más frecuente de la próstata es la Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP). Es la enfermedad urológica que más consultas genera en el varón a partir de los 60 años. Los síntomas urinarios que produce son: aumento de la frecuencia miccional nocturna y diurna, sensación de vaciado vesical incompleto, dificultad para iniciar la micción, chorro miccional entrecortado y goteo al finalizar la micción. El tratamiento inicial consiste en medicación oral que ayuda a un correcto vaciado de la vejiga. En caso de no conseguir una corrección de los síntomas con los fármacos, estaría indicada la cirugía.
Cuando el paciente sufre una Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP) y el tratamiento médico no ha conseguido mejorar los síntomas miccionales podría ser necesaria la cirugía desobstructiva de la próstata. Existen 3 formas de realizar esta cirugía dependiendo, entre otros factores, del tamaño de la próstata. La Resección Transuretral de Próstata (RTUP), la cirugía mediante láser y la adenomectomia prostática.
La Resección Transuretral de Próstata (RTUP) se realiza a través de la uretra mediante una cámara (endoscopia) y un electrobisturí (resector), que logra extraer en forma de pequeños fragmentos, prácticamente la totalidad del adenoma prostático que es el responsable de la obstrucción al flujo urinario. Con esta técnica y con los nuevos resectores con energía eléctrica bipolar, es posible solucionar la gran mayoría de los casos.
La cirugía mediante Láser se realiza endoscópicamente al igual que la anterior. El láser logra vaporizar el tejido prostático y logra conseguir el mismo efecto que la RTUP pero con otro tipo de energía. A diferencia del anterior no obtendremos tejido prostático para su análisis por el patólogo.
La Adenomectomía prostática se practica cuando la próstata es de gran tamaño. Así, mediante una incisión abdominal por debajo del ombligo, es posible extraer la totalidad del adenoma prostático en una sola pieza. Mediante ambas técnicas se consigue extraer el adenoma prostático dejando la cápsula prostática intacta, por lo que es muy poco probable que exista repercusión alguna sobre la potencia sexual ni sobre la continencia urinaria.
Cuando el problema no es una Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP) sino un cáncer de próstata, el tratamiento quirúrgico consiste en extirpar la glándula prostática en su totalidad. Esta intervención recibe el nombre de Prostatectomia Radical y puede realizarse mediante cirugía abierta o mediante laparoscopia. Esta última modalidad laparoscópica, en centros experimentados, consigue mediante unas mínimas incisiones abdominales y una cámara que se introduce por el ombligo, la extirpación completa de la próstata con unos resultados oncológicos y funcionales superiores a la cirugía abierta.
Es una pequeña intervención quirúrgica mediante la cual los conductos deferentes, responsables del transporte de espermatozoides desde los testículos a la uretra, son interrumpidos de forma bilateral, provocando la esterilización en el hombre.
Se realiza con anestesia local, practicando una o dos pequeñas incisiones (alrededor de 1 cm) en la bolsa escrotal, con una duración de unos 30 minutos, sin requerir ingreso hospitalario y con reincorporación al trabajo en 24 horas.
Como los espermatozoides son solo una pequeña parte del semen, la eyaculación sigue exactamente igual tras la vasectomía.
La vasectomía:
En la mujer, las pérdidas de orina o incontinencia urinaria, constituyen la segunda causa más frecuente de consulta urológica después de las infecciones urinarias. La incontinencia urinaria puede estar precedida por unas ganas intensas de orinar que difícilmente pueden llegar a controlarse, es lo que se conoce como incontinencia urinaria de urgencia. La causa más frecuente es la inestabilidad vesical presente en la mujer por un descenso en la posición intraabdominal de la vejiga por la debilidad de los músculos del suelo pélvico. Otras causas menos frecuentes son la afectación de los nervios responsables de la micción o del sistema nervioso central (diabetes, hernias discales, lesiones medulares, enfermedad de Parkinson, demencias, accidentes vasculares cerebrales, etc ). Los síntomas mejoran e incluso llegan a desaparecer con un tratamiento médico correcto.
Cuando las pérdidas de orina se producen sin deseo miccional previo y son consecuencia de situaciones que provocan un aumento de la presión abdominal tales como la tos, ejercicio físico, risa, etc, reciben el nombre de incontinencia urinaria de esfuerzo. Los factores responsables de la incontinencia de esfuerzo en la mujer son la edad avanzada y los partos múltiples que debilitan la musculatura del suelo pélvico. En los casos leves, el tratamiento debe ir encaminado a fortalecer dicha musculatura mediante unas tablas de ejercicios que puede realizar la mujer en su domicilio o con la ayuda de unos programas de rehabilitación específicos. En los casos de pérdidas severas, o moderadas que no responden a los ejercicios de rehabilitación, el tratamiento definitivo es la cirugía.
Las bandas de suspensión suburetral permite, mediante una cirugía vaginal y con una mínima estancia hospitalaria de horas, la corrección definitiva de la incontinencia urinaria.
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